Comunicación románica (3.- El mensaje)
¿Cuál es el mensaje que se transmite mediante el románico?
¿Es diferente del mensaje que se transmite mediante otro estilo, anterior o posterior?
Intentemos ser un poco sistemáticos, y atengámonos a la pregunta: estamos hablando del mensaje, no de la forma de enviarlo. Una codificación específica (la podemos llamar la codificación románica), hará que el ropaje externo del mensaje románico sea diferente del ropaje externo del mensaje, digamos renacentista, o gótico, o bizantino.
A priori podemos convenir que existe una unicidad en los mensajes transmitidos por los templos cristianos católicos a lo largo de los siglos: no en vano estamos hablando de una misma jerarquía que trata sobre los mismos tópicos en todo tiempo. Sin embargo, las necesidades mismas de transmitir cuestiones no pueden abstraerse del siglo en el que están incardinadas: la relación incuestionable de cierto románico con el camino de Santiago, por ejemplo dejará improntas indelebles en el mensaje a transmitir, haciendo de la peregrinación uno de los ejes de la vida del fiel. Más aún: hemos visto en posts anteriores que no sólo la Iglesia como estamento es el emisor; sino que el propio cantero goza en el románico de una (al menos aparente) libertad de acción que le permite reflejar la realidad en la que está inmerso.
Así pues, podremos hablar admitir provisionalmente como buenas las siguientes cuestiones:
1.- El mensaje que transmite el románico es especialmente contemporáneo al momento de ser realizado cuando el emisor es el cantero, el artista que plasma con un grado de libertad inusitado en otros estilos las cuestiones más variopintas. Se divulga la sociedad tal y como es en el momento de la talla. Se plasma la vestimenta, los instrumentos musicales, las costumbres, los oficios y las vivencias del momento con una frescura rayana en el realismo dostoievskiano. Incluso la temática sexual está representada con toda la crudeza posible.
2.- La parte del mensaje transmitida por la Iglesia es absolutamente pedagógica. Reviste formas simbólicas, pero este aspecto, aunque crucial en el románico, no debe preocuparnos ahora que estamos interesados meramente en el mensaje y no en la forma en que aparece dicho mensaje.
El mensaje al fiel es sencillo, pero múltiple:
2.1 Dios es uno, como una es la cabecera de la Iglesia, aunque tenga varios ábsides. Uno como una es la cúpula central.
2.2 Hay un mundo de las tinieblas y un mundo de la luz, y hay un camino para ir de las tinieblas a la luz. Como un camino hay desde la entrada occidental del templo hasta el altar, a oriente.
2.3 Ese camino tiene una guía, que no es otra que Cristo. Hacia su figura debe dirigirse el fiel en el camino anterior; cuando lo contempla como Pantócrator en el ábside mientras avanza por la nave central, como en San Climent de Tahüll, Lérida:
por si hubiera alguna duda, recorriendo el camino de la tiniebla a la luz el fiel según va acercándose al Pantócrator, puede apreciar el "ego sum lux mundi" (1) escrito en el lubro que Cristo porta en su mano izquierda.
2.4 Frente a la importancia capital de lo anterior, el resto del mensaje es de importancia secundaria y mucho más complejo: va desde múltiples indicaciones de cómo proceder en la vida huyendo de los pecados y buscando la virtud, hasta advertencias severas de los peligros que acechan al fiel: tanto por los engaños del diablo como por la suerte que espera a los pecadores tras la muerte. En una época en la que seguramente la totalidad de los que pasaban bajo las arquivoltas de la iglesia creían a pies juntillas en la existencia del infierno y del diablo, las imágenes de los condenados a la izquierda de Cristo, ávidamente esperados por los diablos infernales, tenían que ejercer necesariamente una poderosísima influencia sobre la gente sencilla...tal y como podemos ver en la fachada de la Iglesia de Santa María la Real de Sangüesa, NAVARRA
(1) Yo soy la luz del mundo